Por Esteban Moscariello
La atención de los operadores del mercado en la Bolsa de Chicago (CBOT) se centra en dos ejes clave: la evolución climática en Estados Unidos y China, y la futura demanda del gigante asiático. En el caso de la soja, el mercado parece necesitar un nuevo catalizador para romper con la actual lateralidad en los precios. Mientras tanto, los fondos y comerciales siguen de cerca el desarrollo de la nueva campaña estadounidense, la siembra avanza con ritmo ágil y bajo condiciones climáticas favorables
China, por su parte, vuelve al centro del escenario. Los traders intentan anticipar cómo se repartirá la demanda entre la soja brasileña, estadounidense y, eventualmente, argentina. A esto se suma el impacto de un clima seco y caluroso en importantes regiones productoras chinas, lo que podría reducir la producción local de maíz y trigo. Esta situación, combinada con la merma en la condición del trigo de invierno en EE.UU., brinda algo de sostén a los precios de los cereales.
En conjunto, los factores climáticos y geopolíticos mantienen una tensión latente en el mercado. Aunque la tendencia aún no encuentra dirección clara, los próximos movimientos de China en el plano importador y el clima en los cinturones agrícolas del hemisferio norte podrían actuar como disparadores en las cotizaciones.
La soja en pausa entre incertidumbre regulatoria en EE.UU. y señales desde China y Brasil
El mercado de soja transita una etapa de indefinición, atrapado entre fundamentos agronómicos sólidos y un entorno político y económico lleno de interrogantes. En EE.UU., la falta de claridad sobre los créditos fiscales 45Z y los estándares RVO mantiene al sector energético y agrícola a la expectativa. Las disputas internas en el Congreso, donde parte del Partido Republicano presionan para eliminar medidas del presupuesto, obstaculizan cualquier avance regulatorio. La posibilidad de extender el crédito 45Z hasta 2031 existe, pero aún sin definiciones concretas, el mercado permanece en pausa.
En el plano internacional, China aporta más señales de cautela que de dinamismo. La economía muestra signos de desaceleración y, pese a los intentos oficiales por reactivarla mediante recortes de tasas, la actividad industrial pierde tracción. En abril, las importaciones de soja desde Brasil cayeron un 22% interanual, el volumen más bajo desde 2015, impactadas por demoras logísticas y aduaneras. A contramano, EE.UU. logró mejorar su posición relativa, con embarques a China que crecieron 35% interanual en lo que va del año.
Las negociaciones comerciales entre EE.UU. y Japón enfrentan desafíos, ya que Japón adopta una postura firme pese a ser su segundo mayor socio agropecuario. En contraste, las conversaciones con China han mostrado una mayor apertura. Cualquier progreso en estos frentes podría impactar significativamente el comercio agrícola estadounidense.
Los operadores también ajustan sus expectativas sobre la política monetaria estadounidense. El consenso gira ahora en torno a que no habrá recortes de tasas hasta 2026, lo que favorece la demanda de activos refugio como el oro y condiciona el apetito por commodities. En este contexto, la soja se ve sostenida por una siembra que avanza con buen clima en EE.UU., pero enfrenta presión desde Brasil y Argentina por su alta oferta y la debilidad en primas FOB.
China recibe una avalancha de soja y las existencias industriales se disparan
China está recibiendo un gran volumen de soja en lo que va del año. Hasta el 15 de mayo, Brasil exportó 47 millones de toneladas, de las cuales 34 millones fueron destinadas a China, lo que representa el 73% del total, frente al 68% del mismo período del año pasado según fuentes del mercado. Esto no sólo marca un crecimiento en términos absolutos, sino también una mayor concentración del comercio brasileño hacia el mercado chino.
Las existencias de soja en las fábricas chinas muestran una fuerte recuperación. Tras alcanzar en abril un mínimo histórico para esa época del año con 2,5 millones de toneladas, las reservas escalaron rápidamente a 5,3 millones en mayo, superando los niveles de años anteriores, según informes de mercado. Se espera que los stocks continúen creciendo debido a los altos volúmenes en tránsito, lo que podría llevarlos a romper el récord anterior de 7,2 millones de toneladas de acuerdo con estimaciones privadas.
En cuanto a los embarques, los alineamientos de soja con destino a China también se encuentran en niveles muy altos. Según fuentes del sector indican que los arribos de soja a China podrían alcanzar un pico de 12 a 12,5 millones de toneladas en el próximo mes. El CIQ (organismo chino de inspección) redujo los tiempos para otorgar certificados a buques con soja transgénica, lo que acelera las descargas. Esta dinámica contribuye a una presión bajista sobre las primas FOB en el corto plazo.
Argentina comienza a ganar participación en el mercado chino. La soja argentina, que este año no estará destinada exclusivamente a reservas según fuentes del mercado, se comercializó con descuento frente a la brasileña hace unas semanas atrás, lo que permite mejorar los márgenes industriales. Algunas ventas con entrega en agosto ya se cerraron.
Con una acumulación acelerada de existencias, una llegada masiva de embarques y una mayor participación de Argentina como oferente competitivo, el mercado de soja en China muestra una dinámica compleja. Aunque el ritmo de compras sigue alto, las señales para las primas en el corto plazo no son positivas, y los márgenes industriales permanecen presionados.
En síntesis, el mercado de soja combina fundamentos técnicos firmes con un entorno comercial activo, aunque bajo la sombra de factores externos como la política energética estadounidense y la evolución climática. Las compras chinas diarias seguirán siendo el termómetro del mercado en el corto plazo, mientras los operadores se preparan para la estacionalidad de junio.