Se trata de una vía alternativa para incrementar los dólares en el BCRA sin intervenir directamente en el mercado local
En un escenario de estabilidad macroeconómica que gana consistencia, pero con tensiones financieras persistentes, el Gobierno debutará hoy con una nueva estrategia para robustecer las reservas internacionales sin generar presiones sobre el dólar.
La táctica consiste en adquirir divisas en grandes volúmenes fuera del mercado cambiario tradicional, aprovechando el flujo de dólares generado por las colocaciones de deuda corporativa y préstamos sindicados de empresas locales. Según pudo saber Ámbito, esta iniciativa fue presentada al Fondo Monetario Internacional (FMI) y obtuvo el consecuente visto bueno, toda vez que el organismo ha insinuado la necesidad de hacer cambios en la política de acumulación de reservas aplicada hasta ahora. Huelga decir que, en la mirada del Gobierno, este enfoque busca consolidar la estabilidad económica de cara a las elecciones legislativas de octubre, minimizando el riesgo de volatilidad cambiaria que podría erosionar la confianza de votantes e inversores.
En rigor, la estrategia responde a la necesidad de preservar un tipo de cambio competitivo y estable en un contexto donde la brecha cambiaria se ha reducido notablemente tras la eliminación del cepo cambiario el 14 de abril. La estabilidad del peso, sostenida por tasas de interés elevadas y un repunte en las exportaciones del sector agropecuario, otorgó al Gobierno mayor margen de acción. Sin embargo, la acumulación de reservas sigue siendo un objetivo crítico, especialmente ante el próximo vencimiento de deuda por u$s4.500 millones programado para el 9 de julio.
Como se dijo, para evitar un impacto alcista en la cotización del dólar en el mercado oficial, el Ministerio de Economía, bajo la conducción de Luis Caputo, diseñó un mecanismo que le permite al Banco Central (BCRA) captar divisas provenientes de operaciones corporativas de envergadura. Estas incluyen emisiones de obligaciones negociables y préstamos sindicados que atrajeron el interés de fondos internacionales. Al operar fuera del mercado cambiario, el Gobierno reduce la presión sobre el tipo de cambio, fortaleciendo simultáneamente las reservas, si bien se añaden algunos matices que vuelven más compleja la ecuación.
El impulso de las emisiones corporativas: luces amarillas
En opinión del equipo económico, el renovado interés por los activos argentinos será un pilar fundamental de esta estrategia. En las últimas semanas, empresas locales de diversos sectores han logrado colocar deuda en los mercados globales a tasas competitivas, reflejando una mejora en la percepción del riesgo país, que, aunque aún ronda los 650 puntos básicos, muestra signos de estabilización. Operaciones recientes incluyen emisiones de bonos por parte de bancos privados y empresas energéticas, así como préstamos sindicados para financiar proyectos de infraestructura, como un oleoducto en Vaca Muerta que captó u$s1.700 millones.
En el Palacio de Hacienda sostienen que estas transacciones no solo generan un flujo de divisas para las empresas, sino que también ofrecen al BCRA una vía alternativa para incrementar sus reservas sin intervenir directamente en el mercado local. La flexibilización de ciertas regulaciones cambiarias, que permite a inversores extranjeros convertir sus tenencias en pesos a dólares de manera inmediata, actuó como un incentivo adicional para la entrada de capitales.
Riesgos y desafíos de la estrategia: dólar bajo para hoy, pero interrogantes para mañana
Según señalan en la city, a pesar de sus beneficios, esta estrategia enfrenta múltiples riesgos, especialmente en un contexto de tensiones financieras en el sector corporativo. Mencionan, por ejemplo, que durante años la alta inflación y el proteccionismo permitieron ocultar ineficiencias en numerosas empresas. A eso se sumó que el cepo cambiario, al restringir el acceso a divisas, generó una anomalía que permitió a las compañías locales emitir deuda a tasas más bajas que sus pares en mercados desarrollados, lo que llevó a un sobreendeudamiento generalizado. Sin embargo, con la eliminación del cepo, la baja de la inflación y la apertura económica, muchas empresas han quedado expuestas, enfrentando dificultades para adaptarse al nuevo modelo económico.
Este cambio estructural generó un aumento en los concursos preventivos, afectando a empresas, como cooperativas lácteas, grupos agroindustriales y firmas químicas. Algunas compañías, especialmente en el sector energético, incumplieron el pago de cupones de su deuda, mientras que otras, en sectores tan diversos como el bancario, el agrícola y el petrolero, enfrentaron obstáculos para emitir nueva deuda.
El aumento en los cheques rechazados, que pasaron del 0,5% a mediados de 2024 al 1,3% en abril de 2025, y el incremento en la morosidad de créditos, aunque aún en niveles bajos, reflejan un estrés financiero que abarca desde grandes corporaciones hasta pequeñas y medianas empresas.
Un factor adicional es la posible saturación del mercado de deuda, exacerbada por las emisiones del Gobierno y del BCRA. La reciente operación del préstamo REPO por u$s2.000 millones, cerrado la semana pasada con bancos internacionales, generó interrogantes sobre si estas operaciones oficiales están compitiendo con las empresas por el acceso al financiamiento externo. Esta dinámica podría limitar la capacidad de las firmas locales para captar fondos, complicando aún más su situación financiera.
Además, la estrategia de bajar la inflación rápidamente ha tenido consecuencias no deseadas para el sector corporativo. Las tasas de interés elevadas y un peso relativamente sobrevaluado, necesarios para controlar los precios, encarecieron el financiamiento y redujeron la competitividad de ciertos sectores. Como resultado, algunas empresas y sectores enteros enfrentan dificultades para sobrevivir, mientras que la inversión en áreas emergentes del nuevo modelo económico, como la tecnología o la energía renovable, se retrasa debido a la incertidumbre sobre la continuidad de las reformas y los vaivenes históricos de la economía argentina.
Por último, el Gobierno debe garantizar que estas operaciones cumplen con las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha subrayado la importancia de la transparencia y el cumplimiento de estándares internacionales. Asegurar que las compras de dólares no comprometan los compromisos asumidos con el FMI, incluyendo las metas de reservas para junio, será crucial para mantener la credibilidad financiera.
Contexto: un panorama financiero mixto
La estrategia se desarrolla en un momento de renovada confianza inversora, reflejada en el ingreso de casi u$s5.000 millones en una sola semana a través de diversas operaciones. Entre ellas destaca el REPO por u$s2.000 millones con bancos internacionales a una tasa del 8,25% anual, un hito que subraya la capacidad de Argentina para atraer capitales, aunque a un costo elevado. También se suma la reapertura del bono Bonte 2030, que captó u$s500 millones, y la venta de una participación del 8% en un grupo financiero local por u$s600 millones a fondos extranjeros.
Estas operaciones le permitieron al BCRA superar los u$s40.000 millones en reservas brutas, un nivel no alcanzado desde febrero de 2023. Sin embargo, no todas estas divisas son de libre disponibilidad, ya que una parte está comprometida con el FMI y otros acreedores multilaterales, como el Banco Mundial, que recientemente aportó u$s1.500 millones.
A nivel doméstico, los indicadores económicos muestran avances y desafíos. La inflación desaceleró al 1,5% mensual en mayo, y las proyecciones de crecimiento del PBI para 2025 alcanzan el 5,2%. Sin embargo, el consumo masivo continúa débil, con una caída interanual del 3,2% en mayo, lo que evidencia que la recuperación aún no llega plenamente a los hogares. Además, el estrés financiero en el sector corporativo, evidenciado por el aumento en cheques rechazados y la morosidad, sugiere que los problemas no se limitan a grandes empresas, sino que afectan a todos los sectores y tamaños de firmas.
El mercado también está comenzando a diferenciar entre empresas según su nivel de endeudamiento. Aquellas que acumularon deuda excesiva durante los años de tasas artificialmente bajas ahora enfrentan mayores dificultades para refinanciarse, independientemente de su sector. Esta dinámica subraya la transición hacia un modelo económico más competitivo, pero también más exigente.
La deuda corporativa como rasgo central del modelo
El año 2024 marcó un hito en el mercado de capitales argentino, con emisiones de deuda corporativa que superaron los u$s13.200 millones, el mayor volumen en al menos una década, según un análisis de PwC Argentina. Este récord, impulsado por obligaciones negociables y fideicomisos financieros, fue catalizado por el blanqueo de capitales, la compresión del riesgo país, una brecha cambiaria más estrecha y la reducción de tasas de interés, con un notable crecimiento del 613% en emisiones en dólares frente al año anterior. Este dinamismo, especialmente en sectores como el energético y el financiero, permitió a las empresas captar fondos significativos, muchos de los cuales alimentaron las compras de divisas del BCRA.
Con las elecciones legislativas en el horizonte, el Gobierno confía en que esta estrategia cambiaria le permita mantener la estabilidad en los mercados y reforzar la percepción de una economía en recuperación. Sin embargo, los desafíos del sector corporativo y la necesidad de sostener tasas de interés altas para controlar la inflación podrían traducirse en un crecimiento económico más lento hasta octubre. La incertidumbre sobre la continuidad de las reformas y la llegada de inversiones en sectores emergentes agrega otra capa de complejidad.